domingo, 25 de marzo de 2012

¿Tú qué vas a hacer?

... El humano no busca igualdad y libertad. Busca poder y practicidad. No le importa destruir su entorno, si eso le permite ahorrarse cinco minutos en su día. No le preocupa contaminar, si con eso camina menos y llega más rápido. Como si eso no bastara, extiende su apatía a sus congéneres. Para el hombre, es valioso aquello que es práctico. Si algo ya no le es útil lo desecha o abandona, sin ocuparse siquiera de darle otro uso o un remedio.
El hombre es como una máquina programada para seguir una rutina que ni siquiera disfruta. Todo es un aparatoso rubro de excentricidades, para una efímera existencia. El tiempo corre tan rápido, y el hombre siempre tan ocupado. La gente ya ni siquiera se da la oportunidad de detenerse un momento para apreciar o criticar lo que le rodea; no disfruta la belleza, la poca que queda; no se digna en tomar un instante para reflexionar sobre la huella de destrucción que a su paso deja. No puede, está muy ocupado en sobrevivir. Para cuando hay tiempo libre, tenemos diversiones ya programadas, conformándose con pequeños placeres.
Somos esclavos y muchos no lo sabemos. Cuando te das cuenta de ello, quieres hacer algo, romper con los determinismos; pero, ¿qué se puede hacer, cuando se es sólo una insignificante parte del todo? Te das cuenta de que no queda más que ser parte. Irónicamente te das cuenta que la línea que separa entre tú que lo ves y los que no. Es que tú estás frustrado e impotente.
El hombre, por lo práctico, ha llegado a un punto en que se ha acabado casi todos los recursos. En el mundo existen recursos suficientes para satisfacer las necesidades de todos, más no para satisfacer las codicias. Ahora, tratamos de llegar lo más lejos posible; tal vez lejos, exista un lugar que podamos habitar, ya que este no tiene remedio. Pero no ven que si no tiene remedio, no es por la destrucción y contaminación; quien lo habita es quien no tiene remedio.
La gente actúa de manera tan desinteresada por su espacio… a veces la autodestrucción que podemos reflejar con las grandes construcciones y deterioros de nuestro entorno es como querer hacer que u dios ciego nos preste atención, haciéndolo a modo braile, tan tangible que le sea imposible para de largo: que los edificios toquen el cielo a modo de puntos y que los espacios sean las grandes tierras estériles y muertas. Patética respuesta humana a su ausencia. Pareciera que lo que queremos que lea es un gran: “¡as, si! Pues jódete tú también”. La verdadera incógnita es: ¿habrá una contra-respuesta?, ¿acaso enviamos el mensaje al destinatario adecuado?, ¿hay un escucha del otro lado?; o simplemente nos hundimos más en nuestra miseria ignorantes ante el saber de que nosotros mismos somos causa y efecto(?)...

... Yo siempre he creido que, en un mundo sin Dios, nosotros somos la piedad de Dios; y tú ¿qué vas a hacer cuando se muera Dios?...
Alejandro Pérez Lozano

1 comentario:

  1. Partes del supuesto de que hay una naturaleza humana lo cual ya no entra a discusión siquiera. En el caso de la explotación de la naturaleza y la contaminación, hay razas que cuidaban realmente a la naturaleza al considerarla un jardín que heredaban a sus hijos. Me da la impresión de que generalizas el carácter social actual (el capitalista) sin ver realmente las causas de por qué la gente se comporta de dicha manera. Lo que más me gustó es que rescates el sentimiento de impotencia ante tanta barbarie, aunque este también es producido por la misma estructura económica...

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